viernes, 27 de febrero de 2009

"El método Gronholm"


Cuando escogí ver esta obra pensé que era más propicia para mis amigos, cuyas carreras están más relacionadas al mundo empresarial y de gestión, que para mí que estudio Medicina. Estuve parcialmente equivocado. El método Gronholm logró desarrollar aspectos que interesaron a esos 3 despistados amigos que fuimos a verla y permitió, y no temo equivocarme, instantes de identificación, de empatía con ciertos personajes pero sobre todo un juego infausto con nuestra inteligencia pues era preciso evaluar cada movimiento, palabra y sensación puesta en escena.

La historia es así: 4 postulantes a un puesto de trabajo llegan a la entrevista, al parecer conjunta, sin presentir lo que pueda ocurrir. Al parecer simple, propicio de una comedia. Sin embargo, un sobre les advierte que los observan y que están siendo examinados por los evaluadores. Además, ellos tendrán que pasar por un número de pruebas para obtener el ansiado puesto en esta transnacional que además ofrece una muy buena remuneración. Quien no desea participar pueda salir de la sala pero quedará descartado.

No puedo negar que en los primeros minutos me dejé llevar por la risa fácil, propiciada por el genial Gonzalo Torres y la leyenda de la actuación Miguel Iza. No es que no me estuviera entusiasmando mucho pero lo sentía light. Pero ¡ojo! Esos fueron los primeros minutos (minutitos tal vez). Cuando aparecieron la increíble y bella Norma Martínez y el sorprendente Roberto Ruiz esta comedia alcanzó gran vuelo pues la interacción de los 4 actores fue realmente brillante con diálogos rápidos e inteligentes cuya primordial función es confundirnos y atarearnos con algún fin aún no descubierto.

Y el asunto es precisamente ese: Que nos encandilemos con su montada complicidad, que disfrutemos cada frase precisa con un humor muy inteligente, que cada gesto nos haga regodearnos de risa. El problema es que nos estamos olvidando que cada uno quiere el puesto de trabajo y está usando todas las estrategias posibles para que el otro quede mal, para demostrar quién está mejor capacitado, quién maneja mejor las situaciones, quién domina a todos con su aparente debilidad. A estas alturas la comedia abre paso a algo más sórdido. Estamos ante gente que nos engaña, ante seres humanos que no sabemos si son sinceros, si tienen o no escrúpulos, que usan sus artimañas para no solo engañarse entre ellos sino engañarnos a nosotros. Lo más curioso es que nunca dejamos de reír pese a que en todo momento, como ya dije, juegan de la manera más ruin con nuestra inteligencia y con nuestra sensibilidad y nos evidencian como seres frágiles que no podemos ser perspicaces y como si estuviéramos en un limbo de incomprensión y obstinación en el que a pesar de las terribles verdades seguimos cayendo (y riéndonos) con cada estratagema.


El final de la obra fue realmente desconcertante. Evidentemente no lo contaré pero salí bastante asustado como les confesé a mis amigos. ¿Será que hay gente así en la vida real? – me preguntaba. ¿Será que todos nosotros adoptamos posturas y poses por pura estrategia? ¿Quién es absolutamente honesto en esta vida? ¿Todos escondemos algo para evitar se humillados, para ignorar nuestra carencias, para sacarlo en el momento propicio para atacar, para que sea un arma o simplemente para manejar a los demás? ¿Nos enseñan desde niños o lo aprendemos a lo largo de todos estos años? ¿Hasta donde somos capaces de llegar para conseguir lo que queremos? ¿Estamos dispuestos a atacar, humillar y aprovecharnos de las tragedias de otros para utilizarlas en nuestro beneficio? ¿Tenemos parámetros para aceptar a los demás? ¿Somos previsibles, inteligentes, taimados? Y finalmente, ¿Sabemos con quién o quienes ser verdaderamente honestos? Como verán terminé con muchas dudas, pero quiero pensar que es parte de mi personalidad.


Cuando en casa mi madre me preguntó cuál fue el mensaje de la obra, por un momento no supo qué responderle porque como bien anotó Alonso Alegría en Perú 21 no hay un mensaje claro, no hay un cuestionamiento a este tipo de selección de personal pero yo, nuevamente, me pregunto: ¿Es necesario que haya un mensaje con respecto a esto? Yo creo que no. Los psicólogos y psiquiatras tienen infinitas razones para crear un método Gronholm o con cualquier nombre pues yo opino que lo más importante es evidenciarnos como verdaderamente somos y a través de estas pruebas podemos sacar los mejor y peor de cada uno.

Como verán, la obra me entusiasmó mucho. Usualmente salgo bastante satisfecho de la sala pero, esta vez, además de ello y de mis temores sentí una profunda curiosidad por conocer más acerca de lo complicados, absurdos, imprevisibles y astutos que podemos ser los seres humanos. De repente me voy dando cuenta de por qué parte quiero llevar mi vida profesional. Bueno, pero para finalizar esa gran noche nada más agradable que una grandiosa conversa con Klau y Csar tomando nuestros respectivos Frappuccinos…porque gratis son más ricos jaja. La obra está hasta el 21 de abril. No te la pierdas.

No hay comentarios: