Recuerdo que hace mucho tiempo cuando O y yo éramos amigos llegaba un momento en el cual él entraba en un proceso catatónico. Aunque pensándolo bien casi siempre era medio imbécil pero el momento en el cual entraba a un momento así era cuando M lo miraba. En aras de la sinceridad debo decir que M sí lo miraba de manera especial pero, no creía que era para tanto. El punto es que O empezaba a gritar, a saltar, a decir cosas incoherentes y fuera de lugar. Llegaba momentos en los que me pegaba, en los que hablaba muy rápido y me empujaba poniendo a prueba mi paciencia que bien venida a menos se encuentra en tiempos actuales. Casi no podía entender por qué mi amigo actuaba de esa manera. Evidentemente M le interesaba, y mucho, tanto que hubo una historia medio tormentosa de por medio, pero el hecho de que él llamara tanto su atención me desconcertaba porque yo creía que mientras más lo intentaba más ridículo se veía. Alguna vez había leído que cuando una persona intenta ser visible para otra llega a tales puntos de exageración que en vez de provocar una buena impresión pues causaba el efecto contrario.
No obstante, esta teoría se iba al piso cuando notaba que a M el ego se le subía casi a niveles estratosféricos. Podía afirmar que le encantaba que O se comporte como todo un imbécil aunque eso avergüence a sus amigos. Yo, por supuesto, me escandalizaba y trataba de hacer entrar en razón a mi amigo pero como bien sabemos a un hombre enamorado realmente le importa un comino lo que piensen los demás si a su chica le agrada verlo haciendo los rituales más bizarros en su intento por conquistarla. Ante estos hechos no hacía más que cuestionar la teoría en la que yo creía. ¿Verdaderamente causaba el efecto contrario el intentar llamar la atención de una chica? Algunas veces lo intenté pero nunca supe la respuesta tal vez en confirmación de mi teoría.
Además, hay algo que hace que yo crea que tengo la más absoluta razón: He escuchado a muchas chicas decir que les encanta los patas que son indiferentes a ellas. O sea, esos que están atrás de ellas, que les coquetean e intentan conquistarlas están descartados. Prefieren los patas que se hacen los difíciles, los misteriosos, esos que les implique a ellas ser quienes llamen la atención, el centro de las miradas y que atraigan a una cantidad de buitres para que sean útiles en el propósito que persiguen: Conquistar al pata difícil. Aunque es claro que no todas son así pues sino, no existiría aquel pequeño refrán que dice: El que persevera triunfa.
Por otro lado, he escuchado decir que también es importante la manera en que uno va a presentarse y a introducirse: Jamás decir “amiga” pues definitivamente suena patético, ir bien vestido, no hacer preguntas como “¿tienes hora?” pues no cabe en sí de la falsedad, no presentarse como la ultima Coca Cola del desierto por más que tu ego te diga que sí lo eres y un largo pero larguísimo etcétera. Pero estas características son más adecuadas para un determinado tipo de chica, definitivamente diferente al grupo mencionado en el párrafo anterior. Aunque muchas manejan ambos códigos dependiendo de su estado de ánimo que mucho tiene que ver con las hormonas del día. Otras, por su parte, piensan todo lo contrario de lo que he mencionado. En fin, escribir sobre las mujeres y lo que quieren es como intentar descifrar un manuscrito de hace 5 millones de años: Cada una es complicadísima. ¿Será que quieren conquistar o ser conquistadas o todo lo contrario?
A continuación: Maluco beleza de Raul Seixas.
